NESSIE (MICRORRELATO)

No sé por qué me dejé embaucar. Que si Escocia era un destino ideal, que si su historia y misterios eran inigualables, que si la paz que allí se respira es un antídoto contra todo, que si yo quiero ir y si no vienes ahí te quedas. Todo, razones muy convincentes, como se ve. Al final, fuimos. Lo primero, alquilar el auto. Lo segundo, llegarnos hasta las inmediaciones del lago. Qué aburrimiento de espera. Y qué de estupideces llegué a oír, cuando el viento rizaba alguna ola y encendía su imaginación. Así un día y otro día. Habíamos ido al norte de Gran Bretaña para hacer horas junto a un lago a la espera de la anhelada aparición de lo que nunca existió. Al final del cuarto día de tedio, me marché sin decirle nada. A pesar de ello, no debió notar mi ausencia: tan abstraída se hallaba. Pasaron los días, y ella no regresaba. A pesar de mi enfado, realicé algunas gestiones. Pero los días pasaban y no hubo noticias; tampoco llamada alguna. Lo malo es que nada de lo que pienso cabría en un escrito diplomático. Albergo la secreta esperanza de que se durmiera, se cayera, se ahogara. O incluso que al final lo viera, que establecieran amistad, y que se la llevara para siempre. O que se la comiera, vaya.

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