EL CHICO AUSENTE, ¿DESPLAZADO?

Aquí parece evidente que hay cuatro chicos que están muy “enchufados”, muy “en conexión”, muy integrados dijéramos, y uno que no lo está, que está con la mente en otro lugar, que no posee un móvil con el que poder extender su pensamiento más allá de su cuerpo, como si estuviera desplazado mentalmente, además de ya estarlo físicamente en el extremo del banco. Está por ver si el chico de la izquierda, que parece fuera de juego, está a disgusto o simplemente es el único que puede tener vida cerebral exportable. No está del todo claro. La expresión facial nos ayuda un poco, y en primera instancia pareciera que mira de reojo y con envidia hacia la pantalla del móvil de uno de sus amigos (porque presumimos que los cinco son amigos, aunque tampoco queda claro, dada la ausencia del objeto-fetiche que integra-y-da-permiso-de-permanencia-al-club). Pero si se insiste en la observación, la imaginación tal vez nos desvíe algo la primera idea, y puede que el crío se esté aburriendo de sus compañeros “tecnológicos” y, dado que no tiene nada que hablar con ellos, pues no dispone del elemento clave para socializar, no tenga mucho que dar ni por supuesto recibir. O sea, que a lo mejor está recordando el último cómic que leyó, o la última nota que le dieron en clase, o igual piensa que no le apetece la barbacoa del domingo, porque va a tener que recibir a esos primos pesados que no soporta; aunque (¡quién sabe!) es posible que sea una chica la que le abstrae el cerebro y la atención, o la enfermedad de su abuelo, que ya no responde a sus preguntas como antes. No se sabe. Es un dilema que uno puede solventar a conveniencia. Yo, lo más que puedo desvelar es que tengo un preferido en este quinteto y que ya he decidido qué piensa el chiquillo de las manos juntas y la mirada sesgada. Y que lo que he terminado por imaginar lo coloca a años-luz de sus “actualizados” compañeros. Por encima, desde luego. Pobres.

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