SUBLIME ARTE MUNDANAL

El nuevo arte contemporáneo es algo maravilloso y democrático. Por donde quiera que uno mira, puede hallar una espléndida muestra de esta expresión del espíritu que tanto nos honra como especie y como prueba de nuestra evolución siempre constante.

Obsérvese, si no, en esta escultura hallada en una zona ruinosa de un puerto en obras. Admírese la alargada forma de los materiales de metal que se proyectan hacia el cielo en retorcida pose no exenta de orden que el artista ha diseñado con anterioridad. Las formas resultantes nos recuerdan a Julio González aunque de forma algo más tosca, al que se le añaden pinceladas de Calder, pero sin su movilidad. Pero la cosa no acaba ahí, sino que la base proporciona al conjunto una solidez como sólo el hormigón armado y el asfalto combinados pueden ofrecernos. De tal modo que si por un lado la estructura triangular del conjunto nos habla de movimiento, acción, inestabilidad, los materiales empleados nos susurran al oído que la tierra está en la base de todo, y que el arte, manifestación suprema del Espíritu, sobrevivirá tanto tiempo como las montañas que se adivinan al fondo. Y aún podríamos decir más cosas, pero al fin y a la postre, lo que resta es la hermosura que nos instila la mezcla. ¡Ah!, qué de belleza nos proporciona por doquier el Arte Contemporáneo. Y gratis, además. Ejem.

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