LA PERSISTENTE OMNIPRESENCIA DE LOS RITMOS

Me fascinan los ritmos. Ahora que lo pienso, me recuerdo fotografiándolos toda la vida. Desde mi primera cámara réflex, adquirida allá por el 87, hasta hoy. Siempre que veo un motivo que se repite, que construye unas líneas, unas convergencias, un recorrido que me lleva la vista hacia otro punto, no puedo reprimirme. Hoy, menos aún, que llevo el móvil encima y es muy fácil no dejar escapar una ocasión que, si bien a veces se repite, otras cobra luz una ordenación diferente, unos colores discontinuos, unos puntos que generan rectas o curvas que mis ojos no reconocen y, por ello, buscan captarlo, aprehenderlo, conocerlo; o, tan sólo, paladearlo.

Se dirá que los ritmos no contienen demasiada semántica. Que son forma pura. Que incluso como forma pura son bastante simples. Y en muchas ocasiones, así es. En otras, por el contrario, la mirada es dirigida hacia un punto de fuga que es el objetivo real de esa imagen; o bien busca mostrar la suciedad o la prístina limpieza de un lugar, o la alegría de un instante (como en la imagen mostrada hoy), o el orden inmaculado establecido por quienes aman el cosmos y no el caos. Pero admitamos que los ritmos son, en esencia, formas puras. ¿Ello les resta interés? ¿Acaso no son bellas ciertas formas puras? ¿No se nos alegra el alma contemplar selecciones de la realidad que pasan a ser nuevas realidades enmarcadas por un ojo hábil? Es verdad que mi ojo, como digo a menudo, no observa en sentido panorámico, sino rectangular, por deformación de mi actividad fotográfica. Es cierto que, por hábito (y por interés), suelo ver líneas y puntos, convergencias y divergencias, alternancias y disonancias, donde habitualmente pasamos de largo, por ser algo que vemos todos los días. Pero, una vez encontrado el patrón, una vez detectada la repetición y logrado el encuadre que dote a ese rectángulo de impacto visual, todo lo que resta es disparar, conservar, editar y mostrar.

Desconozco por qué me gustan tanto. No sé las causas por las que es, casi de seguro, el único tema que se ha mantenido presente conmigo desde los primitivos inicios. También sé que a algunos de quienes ven mis fotografías con asiduidad me preguntan por qué tantos ritmos pueblan mis galerías (los prudentes), y que otros, directamente, me dicen que si pongo tantos ritmos es porque ésa es mi temática básica y, como temática básica, es bastante pobre (los más lanzados y agresivos). Pues no sé. Afanarme en saberlo no me quitará ni una hora de sueño. Pero sí sé que, le pese a quien le pese, seguiré fotografiando ritmos hasta que la artritis o el alzheimer pongan freno a mis obsesiones. Y con eso queda todo dicho. Creo.

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