LA COHERENCIA DE PHILIP ROTH

Muchas veces siento vergüenza ajena cuando un cantante, un grupo, un escritor, un artista salen de su espacio de silencio, incluso tras varios años de ausencia, y deciden “volver”. Me pregunto las causas. ¿Será por dinero? ¿Por añoranza o síndrome de abstinencia de sus distintas actividades? ¿Tal vez por la droga del reconocimiento social hacia personas que, salvo en su faceta, no son nada en el resto, por necesidad real? No tengo una respuesta única, y cada caso podría contener matices. Pero lo que está bien claro es que la inmensa mayoría no tiene nada que decir, que no lo hubiera dicho ya: es decir, su regreso no es más que una repetición de aquello por lo que fueron reconocidos, en su momento. Lo que también queda palmariamente en evidencia es que carecen de sentido del ridículo, y que en muchos casos la necesidad de dinero proclama alto y claro que todo aquello que ganaron en otros tiempos fue dilapidado con más liberalidad que cabeza; vamos, que no supieron ver que su carrera tendría unos años de auge, pasados los cuales, hay que optar por una de las dos vías que quedan: administrar bien lo ganado en la época de auge, y aguantar hasta el final, sería la primera; la segunda sería reinventarse, adaptarse, asumir el cambio de ciclo, y reconvertirse dentro del mismo sector -lo más lógico- o dar el salto a otro. Cabe también combinar ambas opciones, si se inteligente en la medida justa. Pero los regresos de algunos grupos legendarios; la enésima novela del escritor que, publicada ya su joya en su momento, jamás alcanzó ni alcanzará a igualar la calidad de aquélla; la exposición de ese fotógrafo, de esa artista, que sigue en los parámetros de siempre, y que no implica avance alguno… Todo eso, insisto, me produce una gran sensación de vergüenza ajena.

Por eso, leer en una entrevista a Philip Roth (que decidió dejar de escribir hace unos años, porque pensó que ya no tenía nada nuevo que decir) lo que sigue, me reconcilia con la inteligencia de los verdaderamente grandes. Preguntado por Charles McGrath (El Cultural, 26-I-2018) si echa de menos la escritura o piensa en abandonar su retiro, responde esto: No, no lo pienso. La razón es que las condiciones que motivaron que dejase de escribir ficción hace siete años no han cambiado. Como digo en Why Write?, en 2010 tenía “la fuerte sospecha de que había dado lo mejor de mi trabajo, y que cualquier cosa sería inferior. Por entonces ya no estaba en posesión de la vitalidad mental, la energía verbal o la forma física para montar y sostener un gran ataque creativo de cualquier duración sobre una estructura compleja tan exigente como una novela. Todo talento tiene sus condiciones; su naturaleza, su finalidad, su ejercicio, su tiempo de vida… No todo el mundo puede ser productivo para siempre”

Impresionante, ¿verdad? Por desgracia, confesiones como ésta sólo constituyen una excepción a la ominosa regla.

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