JUSTICIA NATURAL vs. JUSTICIA CIVIL

Viendo esta película (Muerte en el Orient Express), en la nueva adaptación de 2010, dirigida por Phillip Martin del clásico de Agatha Christie, uno cae en la cuenta de aspectos que la versión de Lumet (mejor película y con insuperable elenco, pero menos fiel a la novela original, y más tendente a la comedia) omitía o dejaba que desear, si se ha leído la obra original.

No es cosa de aburrir aludiendo a todos los matices. Para mí el más interesante es que, cuando, tras haber resuelto la explicación del crimen, el inefable investigador se enfrenta a sus asesinos, calificándoles de tales. Y cuando éstos, con el público ya ganado para la causa -espectador o lector, tanto da-, argumentan que su acción no ha sido un asesinato sino una ejecución bien merecida, cuando la justicia ordinaria nada ha podido hacer, él niega de un modo violento, iusnaturalista, aludiendo al hecho de que tomarse la justicia por la propia mano es regresar a la Edad Media.

No entro en cómo se resuelve al final el asunto. Apunto lo interesantísimo de ese debate, de la lucha entre la justicia natural con la ley civil, algo que ya los griegos supieron que era clave en las relaciones humanas, como el mito de Antígona refleja bien. Pero ver el debate interior de un Poirot escrupulosísimo con la aplicación de la ley civil (hasta el extremo de mostrar sus lágrimas -las de Poirot, nada menos-) al final de esta película ha compensado con creces su peor ritmo y su carencia de hechuras de buen cine. Insisto, con creces.

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