ETERNO DEBATE SOBRE LOS ZOOLÓGICOS

Este ñu no pasta por la sabana africana. Sus cascos no se desplazan sobre frescos pastos de altas hierbas, ni está iniciando la descomunal migración que les ha hecho famosos en los documentales sobre fauna salvaje. Este ñu se encuentra en uno de los zoológicos más afamados de Francia, el de La Palmyre. Uno de los que, según consultas, mejor trata a los animales. Lo que no impide que este animal se vea reducido a un recinto de no más allá de unos 300 m2.

Se halla en dicho parque zoológico, para que personas como yo puedan contemplar de una forma directa ejemplares vivos de su especie. Su captura hace unos años, probablemente cuando era sólo una cría, sólo habrá servido para que miles de personas que jamás podremos verlos en su hábitat natural, adquiramos ese conocimiento, esa experiencia, y hasta logremos algunas imágenes que otorguen recuerdo a lo vivido. Es un objetivo lúdico y didáctico, que muchos objetan, pues aducen que dichos objetivos se subordinan al económico, y también afirma que envilece a la raza humana, la única que captura otros animales con el fin de exhibirlos.

Comprendo los dos argumentos. Incluso los asumo. Puedo defenderlos uno detrás de otro, sin que me tiemble la voz. No me parece contradictorio. Ambos tienen razón. Pero son razones diferentes, contrapuestas, inencontrables. Seguiré, por tanto, yendo a parques zoológicos. Seguiré disfrutando de cuanto me ofrecen. Seguiré haciendo fotos. Seguiré aprendiendo. Seguiré maldiciendo también el maltrato que muchas veces se aprecia en los ejemplares a la vista. También, que el único modo que se nos haya ocurrido a los humanos para poder ver de cerca estos animales sea secuestrarlos, alejarlos de su residencia habitual, encerrarlos en los mismos recintos hasta que mueran.

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