ATARDECER SOBRE EL RÍO

¿Se puede sentir algo distinto del sosiego, que parece emerger del fondo del río para colmar los ojos ante la marcha del sol? La humedad se siente, como el titilar de las ondas, y la tibieza del atardecer estival al borde del agua. Los recuerdos del día se ordenan. El impulso vital se aquieta y nos preparamos para el descanso. Pero antes, la explosión del contraluz nos prepara para el cambio de luminosidad. El reflejo nos lo dice todo: lo que fue el día, lo que retendremos de él, y lo que nos deparará el siguiente. Aguardemos, mientras. Descansemos después.

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