AQUELLAS AULAS, AQUELLOS TIEMPOS

Si se fija uno en la imagen expuesta, hay dos cosas que no cuadran a quienes vivimos alguna vez en este tipo de aula. La primera es la luz. Es artificial, intensa, reveladora. Nada queda en penumbra ni en sombras. Todo queda a la vista. Porque el objetivo del lugar donde nos hallamos (el impresionante Museo Etnográfico de Grandas de Salime) es justo ése: mostrar, revelar, siquiera en parte, aquello que fue. Y es justo reconocer que se ve muy bien lo que nos quieren mostrar. Sin embargo, en aquellos tiempos, la luz que bañaba nuestras aulas era, sobre todo, natural (provenía de los amplios ventanales) y escasa (al menos, en los nortes donde uno creció). También de tono azulado, gris, macilento.

La segunda es la abundancia de mobiliario, de mapas, de láminas, de objetos didácticos diversos. El único lugar austero de ese aula idealizada son los pupitres, pero porque no pueden albergar prácticamente nada encima. Lo demás, nos habla de medios antiguos, pero mucho más numerosos de los que nuestra memoria alcanza a adivinar. Es, pues, otra mistificación propia de la intención museística, didáctica. En los tiempos en que yo era crío, dicha abundancia brillaba por su ausencia, sobre todo en el mundo rural, que fue el único que —escasamente, durante apenas un curso— yo llegué a verificar en persona. Es más, las carencias eran la nota común.

Con todo, el aroma que se siente cuando se entra en este aula recreada es reconocible de inmediato, porque los olores permanecen de forma indeleble en nuestro recuerdo, y las gomas, los papeles, los lápices, la madera y demás materiales, nos transportan con facilidad a un mundo muy alejado del nuestro, del que sin embargo bebimos y que nos sirvió para —mal que bien— llegar donde estamos ahora. Nos retrotraen también a los sonidos, a los rostros abrasados de tiempo y olvido, a los instantes hermosos y tristes que aguardan a todo niño en su devenir. Y esa inyección de nostalgia agradecida o agria, vivificante o mortecina, es el verdadero antídoto para que no nos creamos más de lo que somos y el mejor estimulante para pensar que si entonces estuvimos peor y crecimos, ahora no va a ser menos.

Deja un comentario