AMOR IMPOSIBLE (MICRORRELATO)

¡Y todavía creen los humanos que Eros es un niño adorable, cuyas travesuras hay que perdonar porque no anda bien de la vista! ¡Qué ironía! Si algún día doy con él, lo patearé sin descanso hasta que mis cascos le aplanen esa cara de estúpido vendado que lleva, y le arrearé tal número de coces, que se va a acordar toda su vida lo suficiente como para pensárselo dos veces a la hora de lanzar sus dardos así como así. Porque es cosa sabida de todos que yo, Quirón, instructor de hombres y héroes, me acerco poco al mar, dada mi aversión al agua; y él más que nadie lo sabe. Pero que aprovechara una de las escasas veces que, acompañando a Heracles, me encontrara en las orillas del Ponto Euxino, para traspasarme con una de sus caprichosas flechitas, a mi edad y con mi condición, parecería una broma fuera de lugar. Pero que lo hiciera además en el momento justo en que asomaba sobre las olas la belleza refulgente de una sirena jovencísima, supone una vil canallada intolerable, de naturaleza olímpica.

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