LA ORIGINALIDAD, ALIMENTO IMPRESCINDIBLE

La originalidad no debe ser algo que nos obsesione, pero es algo sin lo que difícilmente una vida puede ser considerada humana en su más alto grado. No debemos buscarla de continuo, pero sin ella, sentimos que carecemos de algo que sin saber qué es, su falta nos atenaza y nos agobia en grado extremo. Solemos criticar que nuestras vidas son el ejemplo perfecto de rutina, cuando no de monotonía paralizante, pero no nos percatamos de que con pequeños gestos, que acaso no sean del todo originales, pero sí distintos a lo que hacemos todos los días, tal vez podríamos contribuir a que ese día pasase a ser algo diferente, e incluso memorable. Veamos un ejemplo.

Una excursión por la costa de Llanes en autocaravana. Él conduce (entre otras cosas). Ella cocina (entre otras cosas). Los dos fotografían. Por lo común lo cocinado es fotografiado en el interior, en condiciones de luz suaves y con fondos que no perturben los manjares correspondientes. De súbíto, una sensación común: “me apetece una tortilla de patatas”, “a mí también”. Idea sugerente de ella: “pero podría hacerla rellena de morcilla, que me traje a última hora”. Sorpresa de él: “¿morcilla?”. Reafirmación de ella: “claro, ¿por qué no?; seguro que combinan bien”. Aceptación de él. Al término de su elaboración, y con los aromas penetrando hasta el último rincón del reducido espacio caravanero, queda la cuestión de la foto. Idea sugerente de él: “¿y si en vez de hacerla dentro, la hacemos con el magnífico paisaje de fuera?”. Rápida aceptación de ella. El resultado queda ahí arriba. Desde entonces, la deliciosa tortilla rellena de morcilla quedó asociada a ese sábado nublado en la playa de Barro, a esa foto inhabitual, y a la satisfacción de que ese día no fue uno más, sino algo distinto, memorable

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