LAS PREGUNTAS DE GREGORY STOCK (2)

Pregunta 6
Usted descubre que, debido a una confusión en el hospital, su maravilloso hijo de un año no es suyo. ¿Querría cambiar a la criatura para tratar de enmendar el error?

Para nada. A mí me importa un pimiento la transmisión genética, y si ese niño era una maravilla, ¿a qué cambiarlo? Habida cuenta de los riesgos que supone ser padre, habiendo comprobado que muchos de ellos se habían evaporado, ¿a qué repetir la experiencia? ¿Por un estúpido y absurdo —aunque comprensible— deseo de que aquel hijo sea propio en un 100 %? Para nada, insisto.

Entiendo, desde luego, las ansias paternas de que la criatura engendrada y concebida lo haya sido en circunstancias normales por el padre y la madre reales. Pero es tan difícil educar, es tan, tan, tan difícil lograr que tu descendencia tenga unas características positivas, que el simple hecho de comprobar lo que era esa criatura me haría levitar de contento. De hecho, es más que posible que al haberse eliminado la posibilidad de fracasar con él, hasta yo variaría un tanto mi inveterada oposición a la paternidad. Además, cualquiera puede tener un hijo. Ahora bien, lograr que ese nuevo ser posea nuestro marchamo y lo mejore, eso sólo lo logran unos pocos.

No obstante, la mayoría sentiría que al no ser propio algo se derrumbaba a su alrededor. ¡Qué sé yo! Igual se planteaban complejos de inferioridad del tipo: “ya me parecía a mí que era demasiado bueno para ser mío”; o incluso aflorarían ideas de infidelidad soterrada o de potencia personal. Es una ridiculez, bajo mi punto de vista. La cuestión genética puede estar bien, o tal vez el gen egoísta del que hablara Dawkins nos impulsara a rechazarlo de súbito. Pero creo que la razón y lo que aquí planteo debería ser lo suficientemente convincente como para que la calidad estuviera desvinculada de algo tan incontrolable y etéreo y animal como la bioquímica. (Aunque mucho me temo que la realidad sería muy otra, y la necesidad de que un hijo sea el hijo de uno, al completo, y no sirva otro, p. ej. de adopción, sería la opción preeminente). Pero en mi caso, no. Para nada. Vuelvo a insistir. No lo querría menos sabiendo que no alberga mi carga genética ni la de la mujer que fuese su madre teórica. E insistiría en que la situación no se cambiase, llegando hasta la lucha más enconada por conservarlo.

Pd/ Los textos que responden a las cuestiones formuladas en El libro de las preguntas de Gregory Stock, fueron creados entre 1998 y 1999

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