LA INFLUENCIA DE LAS REDES SOCIALES EN EL DISCURSO POLÍTICO

Ante la pregunta de qué aportan al lenguaje político las redes sociales, Francesc de Carreras, entrevistado por Sergio Vila-Sanjuán (Mercurio, Enero, 2017) dice que “el tuit es lo contrario de la argumentación, se trata de un mensaje concentrado, un eslogan, frente a lo que debería ser una declaración deliberativa, de argumentos y contraargumentos a partir de los cuales se forma una opinión que da legitimidad a las decisiones“. El problema, continúa, es que los medios les dan mucha importancia, incluso los diarios serios, que los reproducen sin problema alguno, “y esas opiniones se utilizan de forma muy perversa (…) Lo primero que se mira es cómo han reaccionado las redes sociales, que se equiparan a la opinión pública“. Cuando el periodista le apunta que, sin embargo, no lo son, él ratifica: “No, porque ni siquiera constituyen reacciones espontáneas, los propios partidos cuentan en sus filas con gente que se dedica a tuitear y retuitear“. Pero se dan linchamientos virtuales, lo que mueve a los partidos a silenciar a determinados políticos, demasiado espontáneos, viscerales, polémicos… o libres. “De este modo, las redes sociales frenan la libertad de expresión. Los tuiteros crean una falsa opinión pública, que en realidad emana de sectores minoritarios que complican los debates“.

Confieso que no tengo una opinión formada al completo sobre este asunto. Pero, como a muchos, me huele mal, lo admito. No sé si podría afirmar con este periodista que con todas las redes sociales en régimen de libertad (no como en China, Corea del Norte o Cuba), éstas suponen un freno a la libertad de expresión. Pero sólo por el hecho de que los tuits no sean más que fogonazos sin razonamiento, frases soltadas al albur del impacto, alfilerazos sin hilván o tan sólo exabruptos con retirada fugaz, sólo por eso, a mí ya me darían que sospechar en demasía. Si a eso le añadimos que el político más estúpido del planeta añade cada día perlas de su pensamiento (valga la metáfora) por esa vía, y que tienen una relevancia abrumadora, y a las que se les presta más atención que a los datos de verdad importantes, entonces entiendo que la presencia de las redes sociales en la política, algo imparable a día de hoy, resulta más temible que esperanzador. Y lo que ha saltado estos días a la prensa sobre la actitud del feisbuc con cierta agencia a quien habría filtrado millones de datos de usuarios, no sólo me atemoriza más, sino que me echa directamente a correr. Y a no parar.

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