HOMBRE INVISIBLE

Ahí lo tienen. Agazapado. Oculto. Tal vez pensando en su hipoteca, acaso añorando un poco más de abrigo, o puede que sudando y deseando tomarse un buen trago fresco. Pero de momento, ahí se encuentra, en mitad de la calle, bien flanqueado de transeúntes sorprendidos que, una vez identificado el truco, se sonríen y arrojan algunas monedas, a veces con foto mediante, o bien pasan de largo.

Pero el hombre invisible en lo que realmente piensa es en que tuvo tiempos mejores, en los que incluso su caso interesaba a los literatos y a los productores de cine. Aunque los tiempos lo mejoran todo, también estropean muchas cosas, o casi todo, piensa él, embutido falsamente en un traje de ejecutivo con que embaucar a la concurrencia. Humillado, vencido, pero superviviente de otra época, se adapta, se transforma en lo que ahora pueda permitirle un remedo de modo de vida. Mientras piensa en cómo escapar, en cómo disolverse sin que le vean. Mientras piensa en cómo parecer invisible, siéndolo.

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