GREGARISMOS

Después del agotador día de visitas, la profesora se compadeció de los alumnos y les dijo que disponían de una hora libre donde podrían ¡por fin! hacer lo que quisieran, siempre que se comportaran con el civismo esperado y, transcurrido ese tiempo, se encontraran todos en el mismo lugar en que se hallaba aparcado el autobús. La alegría cundió en las filas de los chicos, que se iban a ver libres de las imposiciones y de la obligación de ir todos juntos a todos lados, oyendo explicaciones no pedidas y visitando lugares que se les daba una higa. Después de un rato de un nervioso y alegre desconcierto, los muchachos hallaron el mejor modo de sentirse bien, libres, sin ataduras y estando donde habían decidido voluntariamente estar.

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