CÓMO ROBAR LA JOYA BARROCA DEL ALGARVE

El templo más homogéneo de todo el territorio luso del Algarve, el más íntegro, el mejor conservado, el más puro en su estilo original (sin añadidos posteriores), y que además presenta una factura bellísima es este que aquí muestro en su interior: São Lourenço de Matos.

Edificio de pequeñas dimensiones, fue erigido entre finales del XVII y principios del XVIII. Presenta nave única, con bóveda de cañón y cúpula sobre el presbiterio, está toda ella cubierta de azulejos de excelente fábrica, fechados en 1730, y realizados por  uno de los grandes de la azulejería portuguesa: Policarpo de Oliveira Bernardes. Dicha decoración hace referencia a episodios de la vida de S. Lorenzo, bajo cuya advocación se halla esta iglesia.

El exterior, muy sobrio y encalado, no prepara para la maravilla del interior, cuyo acceso se realiza mediante pago de 2 €. Pero el problema no radica en el precio de la entrada. El desatino aparece cuando se lee que está prohibido hacer fotos y filmar dentro bajo ninguna circunstancia.

Porque, sí, esta y las otras 16 fotografías que tomé dentro fueron robadas, hurtadas a la mirada de una de las dos señoras beatas encargadas de la vigilancia y cumplimiento de la absurda norma. De modo que lo que tendría que ser una fotografía realizada con la meticulosidad que acostumbro, hubo de ser hecha con prisa, y contando el recorrido de la señora, que por fortuna era previsible, lo que me permitió calcular con antelación sus ausencias, y poder disparar, si no con tranquilidad, sí varias veces.

No es un caso aislado. Hay lugares donde no dejan hacer fotos. Es algo que me revienta las meninges. No alcanzo a comprender la razón última, dado que tomar una foto de una obra de arte (entendemos sin flash) no la perjudica para nada como obra física, y en cambio, en plena era de las redes sociales, cualquier imagen compartida promueve, publicita, expande y anima, en definitiva, a conocer aquello en persona. Sólo la envidia (el pesar por el bien ajeno) puede explicar dicha prohibición, una de las pocas que me sublevan por irracionales y que me impulsan de inmediato a conculcarla, como de hecho conculqué, como se puede comprobar en la foto que hoy os traigo. Eso sí, en las etiquetas añado la de “robados”, porque en verdad lo fue.

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