LA MUERTE RECIENTE DE TRES GRANDES

Todos los días mueren personas. Las más, desconocidas, no nos dicen nada. No nos reímos, ni nos ponemos tristes, porque ni siquiera nos conmueven. Algunas veces, en cambio, sí nos tocan la fibra sensible, por alguna razón personal que cada uno justifica como mejor sabe. Pero hay algunas desapariciones que por su especial relevancia nos afectan mucho más, porque su importancia no es sólo personal, sino global. Suelen ser personas que han sido piezas capitalese en sus respectivos campos, pero que de repente nos dejan, privándonos de su energía, de su ejemplo, por lo que nos quedamos más desamparados de lo que lo estamos habitualmente. A lo largo de los últimos diez días han coincidido las muertes de tres personas muy admiradas por mí, aunque me consta que también lo han sido para muchos.

Un político inició por sorpresa esta exigua lista. Un hombre cuya templanza y sentido común eran los que todo profesional de la política debería tener, pero como por desgracia no es lo común, dichas cualidades destacan enseguida en quienes las enarbolan como bandera de sus actos. Su habilidad en las relaciones personales, su perspicacia para hallar los puntos débiles de quienes atentaron contra el Estado, su capacidad de diálogo inteligente, que no excluía la firmeza cuando la ocasión lo requería, todo ello le hizo merecedor de uno de los homenajes póstumos populares más multitudinarios y consensuados de los últimos tiempos en este infortunado país.

Le siguió anteayer una figura descomunal del mundo del periodismo y de la concordia entre los pueblos. Un hombre que comenzó siendo un deportista laureado aunque heterodoxo, lo que le dejó claro que en la vida el esfuerzo es la clave para toda empresa que se emprenda. Un hombre que durante muchos años ejerció el reporterismo en los lugares más conflictivos y peligrosos del planeta, demostrando que la acción era lo suyo, y que saber comunicarla sobre el terreno, también. Un hombre que dedicó la última parte de su vida a un proyecto fantástico de cooperación de los jóvenes de los pueblos iberoamericanos, enseñándonos que la unión ante los inconvenientes, que la colaboración entre hermanos de cultura, siempre plantarán semillas educativas que habrán de germinar de forma inevitable e impulsarán el progreso de los pueblos.

Hoy, por último, uno de los sujetos con mayor curiosidad natural que ha podido existir sobre la faz de la Tierra, que fue político, profesor, periodista, científico, divulgador y sabio políglota. Tantas cosas fue, que hubo un tiempo en que lo veíamos por todos los medios de comunicación, y publicando libros con una regularidad apabullante. Pues tal era su capacidad de trabajo y su necesidad de que comprendiéramos las distintas esferas de la realidad de nuestros días, para que el futuro que era ayer, lograra configurar un presente actual que no nos arrasara con su velocidad infinita.

Alfredo Pérez Rubalcaba, Miguel de la Quadra-Salcedo y Eduardo Punset trascendieron en mucho lo que comúnmente entendemos por personajes públicos. Nos han entregado su trabajo y dedicación constantes con el objetivo de que el mundo que dejaran fuese mejor que el que recibieron. Los tres han conseguido de largo su objetivo. Por eso lloro hoy su pérdida. Un llanto que en realidad supura un agradecimiento infinito a los tres por todo ello.

Deja un comentario