La altura del Arte, en perspectiva, es engañosa. No sólo es ya que el derrotero no sea lineal sino tortuoso, que tampoco sea ascendente sino con altibajos. Es que, a poco que se piense, se puede notar que la Naturaleza asciende más y mejor sin tanto esfuerzo, como se puede observar en la lenta, pero irreductible e imparable ascensión hacia los cielos de los árboles, o en el vuelo grácil, impredecible e inagotable de las aves, que pueden llegar más alto en menos tiempo y con resultados notablemente más perfectos en sus precisas evoluciones. Con todo, seguimos produciendo Arte y, como nos cuesta mucho esfuerzo y energía, lo seguimos colocando por encima de la Naturaleza, sobre todo si el encuadre fuerza el contrapicado. Pero, es preciso insistir, la profundidad y la altura del Arte, con o sin perspectiva, es harto engañosa, nos encontremos donde nos encontremos; hagamos lo que hagamos.