Las cruces de la Costa da Morte nos recuerdan que somos sólo eso: jirones de espuma que se mueven al compás de un reloj a quien nadie da cuerda, y que a veces se detiene para siempre. Cuando viajo, no lo hago nunca para descansar. De hecho, vuelvo siempre al borde del agotamiento, aunque la mayoría de las veces feliz.…
¿Se puede sentir algo distinto del sosiego, que parece emerger del fondo del río para colmar los ojos ante la marcha del sol? La humedad se siente, como el titilar de las ondas, y la tibieza del atardecer estival al borde del agua. Los recuerdos del día se ordenan. El impulso vital se aquieta y nos preparamos para el descanso.…
A lo largo del cañón, la caliza se yergue en las alturas, carcomida por el tiempo y los buitres, mientras desde el suelo la vida verde aspira hacia un cielo nada protector. El cielo lo cubre todo de un azul tan nítido que casi duele en la mirada. Es poco antes del mediodía, y el calor ya se siente en…
Son sólo líneas onduladas, puntos de colores fríos y el verde que lo inunda todo. Pero para verlo así, ha sido preciso subir muchos metros y poder contemplar una nueva perspectiva. A veces, para ver bien, hay que subir alto, para apreciar todo con un enfoque diferente. A diario, nuestra cotidianidad no nos permite dicha visión. Por eso, de cuando…
En las cumbres, sólo se escucha el silencio y el bisbiseo del viento en su roce silbador contra cualquier cosa que le dispute protagonismo. Si el sol compite con autoridad, los brillos suscitan en ocasiones los recuerdos, y enseguida una sensación de pequeñez que refuerza la marcha sobre la vida, colocando a cada uno en su verdadero lugar. En invierno,…