¡MALDITA MUSA! (MICRORRELATO)

Antaño te rogué, ¡oh, Calíope!, que cantaras en bien escandidos versos los efectos de la cólera de Aquiles mientras los aqueos sitiaban a Ilión, la inexpugnable. Años después, repetí mis súplicas para que contaras las vicisitudes del astuto Odiseo en su errabundo regreso a su hogar en Ítaca. Busqué tu aliento para disponer de buenas historias que contar a mi público fiel.

Ambos ruegos fueron atendidos, bien lo sé. ¡Pero en mala hora lo hiciera! Desde entonces, no soy otra cosa que un poeta ciego que no sabe hacer nada que no sea rimar de memoria hexámetros dactílicos. De mí sólo recordarán mis versos, que todos considerarán tuyos.

Pero te recuerdo que debías ser tú quien lo hicieras, no que me inspiraras tanto y tan de continuo. Te rogué un pequeño impulso, no un empujón a las profundidades de un pozo sin fondo que, puedo verlo con claridad, se prolongará por los siglos de los siglos.

¡Maldita seas!

Del libro inédito Micrólogos

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