Cuando quise respirar, algo me cortó el aire. Cuando quise flotar, mi piscina se vació. Quise dormir, pero las paredes se estrecharon sobre mí, convirtiéndome en un prisionero inmóvil, arrastrado por fuerzas sin control. No sé cómo, pero salí despedido, atraído por una intensa luz, hasta unas manos que me sostuvieron. Luego, tras observarme con detenimiento, me golpearon repetidas veces.…
¡Y todavía creen los humanos que Eros es un niño adorable, cuyas travesuras hay que perdonar porque no anda bien de la vista! ¡Qué ironía! Si algún día doy con él, lo patearé sin descanso hasta que mis cascos le aplanen esa cara de estúpido vendado que lleva, y le arrearé tal número de coces, que se va a acordar…
Mientras hacía su examen, la mejor alumna de aquella clase se comió un par de moscas, una araña y al alumno más pendenciero del aula, que la había importunado con un comentario fuera de contexto. Quise felicitarla por aquella hazaña, pero en ese momento le brotó un eructo enorme que retumbó en todo el aula. Todos se rieron con gran…
Desde lo alto del edificio, contemplo una panorámica magnífica. A lo ancho, la ciudad a mis pies, sometiéndose a mi mirada. Arriba, el sol brilla con una intensidad inusual. Abajo, todo parece hallarse en silencio. O así me lo parece. Sin embargo, un hombre aparece en la torre de enfrente, y se asoma al borde de la cornisa. Comienza a…
La noticia de su preñez acentuó mi embarazo. También, mis remordimientos. Todas las precauciones habían resultado inútiles. Todo el mundo se acabaría enterando, y yo no podía permitir dicha situación. Ni por ella, ni por mí. Resolví por tanto llevármela lejos, donde nuestro vínculo creciera para siempre mientras prendía el fruto de nuestro amor. Ella lo aceptó con fiel sumisión.…
Nos amamos de un modo infatigable, violento, abrasador. Es un completo fastidio que nuestro cometido de Vicario de Cristo en la Tierra nos impida demostrarlo, como sería nuestro natural deseo.
Viajé a Alejandría con el único propósito de leer sentado en un café la poesía completa de Kavafis, declamando cada verso en su lengua original y trascendiendo su profundo sentir. Pero una vez allí, nunca supe cómo regresar. Acaso, porque jamás llegué a planteármelo. Acaso, porque ni siquiera pude alcanzar las costas de Ítaca. Acaso, por hallarme ocupado viendo cómo…
La cólera de Aquiles estuvo siempre bien justificada. Enamorado de la apostura elegante de Héctor, no pudo soportar que éste hubiera creído matarle en la figura de Patroclo.
Cuando, tras varias horas de vueltas en la cama (intentándolo todo, forzando el pensamiento hasta el recuerdo más profundo), el lógico matemático logró dormirse, llegó un dinosaurio (no el, sino uno) y se lo comió (era carnívoro, el bicho). Podría decirse que aquello resultó una inesperada tragedia. Con todo, sería de esperar que el dinosaurio objetara con rotundidad la tesis…
—Pero ¿cómo que preñada? (…) Si no me has dejado tocarte aún. (…) ¿Cómo lo sabes? (…) Pero ¿cómo que te lo dijo una luz blanca con alas? ¿Qué bobadas son ésas? (…) Y, si lo sabes, ¿de quién es, a ver? (…) Y… pero… ¿de una paloma? Pero ¿tú te crees que porque yo sólo sea un carpintero me…