Hace unos cuantos años, cuando era aún más racional y estricto de lo que he venido a ser, yo comenzaba un libro y seguía leyéndolo hasta que lo terminaba, aun en los casos en que aquello se me indigestara, se me hiciera un muro infranqueable, no entendiera nada o simplemente me aburriera como un oso aburrido. Así sufrí muchas obras…